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Tal y como pudimos comprobar en un artículo anterior, los modelos existentes en la actualidad para reformar el Estado de Bienestar ofrecen una respuesta limitada al concepto de ciudadanía –derechos civiles, políticos y sociales–. En cualquier caso, el concepto y modelo que fusiona ciudadanía y empleo se ha debilitado, debido fundamentalmente a la precarización del segundo. Así pues, al igual que se habla de la precarización del empleo, no es un exceso hablar también de la precarización de la ciudadanía, al menos en lo concerniente a la mayoría de los países desarrollados donde impera el Estado de Bienestar.
Con esa afirmación en mente, podemos subrayar que la descripción de la realidad es bastante negativa. Por esa razón, precisamente, es un buen momento para analizar distintas ideas y propuestas que podrían ser útiles para fortalecer la ciudadanía, incluso aunque sea únicamente para actualizar y refrescar esos derechos. Y entre ellas cabe destacar, por ejemplo, la propuesta conocida como Renta Básica de Ciudadanía.
Aunque sea brevemente, Renta Básica de Ciudadanía (en adelante RBC) plantea garantizar unos ingresos mínimos a toda la ciudadanía. Como podemos observar, y si bien el nombre da pie a engaño, presenta ciertas diferencias con respecto a la Renta Básica ofrecida actualmente en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Así, mientras esta última tiene carácter familiar y exige el cumplimiento de ciertos requisitos, la RBC tendría carácter universal y el único requisito a cumplir sería ser ciudadano. En consecuencia, lo que propone la RBC es que se considere la renta básica como derecho del ciudadano y, al igual que sucede con la sanidad o la educación, que se garantice este derecho a toda la ciudadanía, de forma individual, y sin tener en consideración cuál es su relación con el mercado laboral o de qué otros ingresos disfruta.
Como es lógico, muchas de las características que plantea esta propuesta serán bastante dudosas para gran parte de las personas que lean este artículo, sobre todo los aspectos ligados a la viabilidad política o económica o aquellos vinculados con las consecuencias que la RBC podría acarrear. Debido al tamaño de este artículo es imposible profundizar en estos elementos pero sí que podemos mencionar al menos que se están celebrando muchos debates profundos y encendidos en torno a esta cuestión, y que se puede encontrar argumentos firmes tanto a favor como en contra de esta cuestión.1
Foto: Bohman.
Asimismo, algunos podrían pensar que la RBC es una idea o propuesta totalmente revolucionaria y que rompe con los principios políticos aplicados en la mayoría de los países desarrollados hasta el momento. En cualquier caso, si tenemos en cuenta cuál es la esencia o el pilar fundamental del Estado de derecho podemos poner en entredicho ese enfoque revolucionario y radical. Así pues, la base o idea principal del Estado de Bienestar es que hay que garantizar unas necesidades básicas a toda la ciudadanía, independientemente del mercado, algo que se logra fundamentalmente a través de unos bienes materiales mínimos.
Teniendo en consideración lo mencionado en el párrafo anterior, es evidente que la RBC se asienta directamente sobre la filosofía y aplicación de las ideas del Estado de Bienestar. Actualmente, por ejemplo, las distintas administraciones ofrecen diversas becas, subvenciones, prestaciones, pensiones no contributivas, etcétera para garantizar esas condiciones mínimas y en los modelos imperantes en los últimos años para la reforma del Estado de Bienestar es notoria la importancia que las políticas activas de empleo, el workfare o las rentas mínimas han adquirido entre las distintas medidas propuestas para garantizar la calidad de vida de la ciudadanía y hacer frente a la vulnerabilidad social.
En la mayoría de los casos dichas medidas van destinadas a colectivos y necesidades concretas, ya que el grado de estructuración y coordinación de los mismos suele ser bastante bajo. Como consecuencia de ello, queda claro que hay muchas medidas para garantizar la ciudadanía de determinadas personas, pero debido a la división o parcialidad que se da entre ellas a menudo no cumplen los objetivos fijados, o al menos no con toda la eficacia posible. En ese contexto, la Renta Básica Ciudadana tiene mucho que decir. De hecho, puede constituir el punto de confluencia de todas esas medidas ya que este concepto posibilita la garantía de las rentas necesarias tanto para el Estado de Bienestar como para la ciudadanía, al concebir todo el sistema en su totalidad y reivindicar una perspectiva general.
Es evidente que la RBC no es la única solución para reestructurar el Estado de Bienestar ni es, indefectiblemente, la mejor. Hay que poner en marcha muchas otras medidas y estrategias para poder garantizar el bienestar de la ciudadanía. Pero también es cierto que la RBC puede jugar un papel relevante en todos estos debates. Además, está estrechamente ligada a muchos otros aspectos muy controvertidos y debatidos actualmente en el ámbito social.
Foto: erix!.
En lo que respecta al empleo, por ejemplo, es evidente que para la mayoría de los ciudadanos el propio empleo es una de las herramientas integradoras más importantes y poderosas. Pero es evidente también que el fenómeno conocido como working poors, es decir, aquellas personas con un empleo pero que a pesar de ello viven en la pobreza, tiene cada vez más fuerza en los países desarrollados, y nuestra Comunidad no es una excepción. Y la función que la Renta Básica Ciudadana puede cumplir frente a esa realidad, por ejemplo, puede ser muy interesante y tal y como se ha dicho en más de una ocasión, puede ser una herramienta muy útil para completar los derechos de ciudadanía o afrontar las ciudadanías de segunda categoría. Continuando con el empleo, y también frente al modelo de flexisecurity tan en boga en los últimos años, un modelo que precisamente intenta fusionar flexibilidad económica y seguridad social, la RBC puede reforzar el segundo factor de dicha ecuación y puede abrir una vía apropiada –o al menos a desarrollar– para centrar el debate en torno a esta cuestión y analizarla de forma seria. De hecho, la mayoría de las aportaciones realizadas hasta ahora en torno a ese modelo de flexisecurity se han centrado en la parte flexi, pero no en la security.
Continuando con el mercado laboral, en los últimos años el término conciliación se nos ha hecho muy conocido y cada vez es más utilizado en el ámbito laboral –trabajo productivo y reproductivo– al tratar la cuestión de la desigualdad de géneros. Se están adoptando medidas en este ámbito, si bien muy poco a poco, y en la mayoría de los casos son muy débiles y parciales. Por esa razón, precisamente, y teniendo presente que la RBC no es la única solución, podemos decir que, como mínimo, es una propuesta que puede traer aire fresco a los debates en torno a esta cuestión. Pero además de en lo concerniente al mercado laboral, la RBC puede tener mucho que decir en muchas otras cuestiones. Ahí están, por ejemplo, los debates y los tiras y aflojas existentes en torno a la dependencia.
En vista de lo que hemos visto hasta ahora y dando prioridad a la perspectiva realista y pragmática, es bastante evidente que las opciones de la RBC a corto plazo son bastante escasas y que es necesario organizar su aplicación dentro de una estrategia desarrollada a medio-largo plazo. Sin embargo, en la actualidad podría hacerse ya la activación de la propuesta. Es más, puede ser muy atractivo ponerla en marcha, si bien no para lograr una aplicación inmediata sí al menos para incidir en los distintos retos y debates a que el Estado de Bienestar se enfrenta en la actualidad y para expandir también el grado de conocimiento de la RBC.
En este sentido, podría ser una hipótesis atractiva de cara al futuro, y a debatir también, llegar a la RBC –o acercarse al menos– implantando reformas acordes con la filosofía de la RBC en las políticas sociales desarrolladas actualmente, por ejemplo reforzando el carácter universal de diversas políticas. Otra opción podría ser impulsar RBCs para colectivos concretos, fijando una Renta Básica de Ciudadanía para Menores destinada a jóvenes que tengan empleos precarios o a personas mayores. Como vemos, con la propuesta de la RBC surgen muchas cuestiones y debates, tanto directa como indirectamente. Si añadimos a todo ello que el momento concreto que vivimos actualmente puede ser el apropiado para encender el debate, puede ser muy interesante sacar a la luz las dudas planteadas por la RBC, asimilarla en los distintos debates del ámbito social y ponerla en relación con muchas otras cuestiones.
1 Para profundizar en ellos, véanse los numerosos artículos e información existente en la página web de la Red Renta Básica o MORENO, G. (2008): Crisis y reconstrucción del Estado del Bienestar. Las posibilidades de la Renta Básica de Ciudadanía, Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz.